lunes, 14 de mayo de 2012

Hans Christian Andersen

A continuación os contraé algo muy breve de Hans Christian Andersen y uno de los cuentos que descubrí hace poco.

Hans Christian Andersen, nació en Odense (Dinamarca) el 2 de abril de 1805. Es uno de los más conocidos autores y poetas daneses, famoso por sus cuentos. Entre sus obras destacan además sus libros de viaje y alguna que otra novela.


Una hoja del cielo
A gran altura, en el aire límpido, volaba un ángel que llevaba en la mano una flor del jardín del Paraíso, y al darle un beso, de sus labios cayó una minúscula hojita, que, al tocar el suelo, en medio del bosque, arraigó en seguida y dio nacimiento a una nueva planta, entre las muchas que crecían en el lugar.
-¡Qué hierba más ridícula! -dijeron aquéllas.
Y ninguna quería reconocerla, ni siquiera los cardos y las ortigas.
-Debe de ser una planta de jardín -añadieron, con una risa irónica, y siguieron burlándose de la nueva vecina; pero ésta venga crecer y crecer, dejando atrás a las otras, y venga extender sus ramas en forma de zarcillos a su alrededor.
-¿Adónde quieres ir? -preguntaron los altos cardos, armados de espinas en todas sus hojas-. Dejas las riendas demasiado sueltas, no es éste el lugar apropiado. No estamos aquí para aguantarte.
Llegó el invierno, y la nieve cubrió la planta; pero ésta dio a la nívea capa un brillo espléndido, como si por debajo la atravesara la luz del sol. En primavera se había convertido en una planta florida, la más hermosa del bosque.
Vino entonces el profesor de Botánica; su profesión se adivinaba a la legua. Examinó la planta, la probó, pero no figuraba en su manual; no logró clasificarla.
-Es una especie híbrida -dijo-. No la conozco. No entra en el sistema.
-¡No entra en el sistema! -repitieron los cardos y las ortigas. Los grandes árboles circundantes miraban la escena sin decir palabra, ni buena ni mala, lo cual es siempre lo más prudente cuando se es tonto.
Se acercó en esto, bosque a través, una pobre niña inocente; su corazón era puro, y su entendimiento, grande, gracias a la fe; toda su herencia acá en la Tierra se reducía a una vieja Biblia, pero en sus hojas le hablaba la voz de Dios: «Cuando los hombres se propongan causarte algún daño, piensa en la historia de Jo sé: pensaron mal en sus corazones, mas Dios lo encaminó al bien. Si sufres injusticia, si eres objeto de burlas y de sospechas, piensa en Él, el más puro, el mejor, Aquél de quien se mofaron y que, clavado en cruz, rogaba:
"¡Padre, perdónalos, que no saben lo que hacen!"».
La muchachita se detuvo delante de la maravillosa planta, cuyas hojas verdes exhalaban un aroma suave y refrescante, y cuyas flores brillaban a los rayos del sol como un castillo de fuegos artificiales, resonando además cada una como si en ella se ocultase el profundo manantial de las melodías, no agotado en el curso de milenios. Con piadoso fervor contempló la niña toda aquella magnificencia de Dios; torció una rama para poder examinar mejor las flores y aspirar su aroma, y se hizo luz en su mente, al mismo tiempo que sentía un gran bienestar en el corazón. Le habría gustado cortar una flor, pero no se decidía a hacerlo, pues se habría marchitado muy pronto; así, se limitó a llevarse una de las verdes hojas que, una vez en casa, guardó en su Biblia, donde se conservó fresca, sin marchitarse nunca.
Quedó oculta entre las hojas de la Biblia; en ella fue colocada debajo de la cabeza de la muchachita cuando, pocas semanas más tarde, yacía ésta en el ataúd, con la sagrada gravedad de la muerte reflejándose en su rostro piadoso, como si en el polvo terrenal se leyera que su alma se hallaba en aquellos momentos ante Dios.
Pero en el bosque seguía floreciendo la planta maravillosa; era ya casi como un árbol, y todas las aves migratorias se inclinaban ante ella, especialmente la golondrina y la cigüeña.
-¡Esto son artes del extranjero! -dijeron los cardos y lampazos-. Los que somos de aquí no sabríamos comportarnos de este modo.
Y los negros caracoles de bosque escupieron al árbol.
Vino después el porquerizo a recoger cardos y zarcillos para quemarlos y obtener ceniza. El árbol maravilloso fue arrancado de raíz y echado al montón con el resto:
-Que sirva para algo también -dijo, y así fue.
Mas he aquí que desde hacía mucho tiempo el rey del país venía sufriendo de una hondísima melancolía; era activo y trabajador, pero de nada le servía; le leían obras de profundo sentido filosófico y le leían, asimismo, las más ligeras que cabía encontrar; todo era inútil. En esto llegó un mensaje de uno de los hombres más sabios del mundo, al cual se habían dirigido. Su respuesta fue que existía un remedio para curar y fortalecer al enfermo: «En el propio reino del Monarca crece, en el bosque, una planta de origen celeste; tiene tal y cual aspecto, es imposible equivocarse». Y seguía un dibujo de la planta, muy fácil de identificar: «Es verde en invierno y en verano. Coged cada anochecer una hoja fresca de ella, y aplicadla a la frente del Rey; sus pensamientos se iluminarán y tendrá un magnífico sueño que le dará fuerzas y aclarará sus ideas para el día siguiente».
La cosa estaba bien clara, y todos los doctores, y con ellos el profesor de Botánica, se dirigieron al bosque. Sí; mas, ¿dónde estaba la planta?
-Seguramente ha ido a parar a mi montón -dijo el porquero y tiempo ha está convertida en ceniza; pero, ¿qué sabía yo?
-¿Qué sabías tú? -exclamaron todos-. ¡Ignorancia, ignorancia! -. Estas palabras debían llegar al alma de aquel hombre, pues a él y a nadie más iban dirigidas.
No hubo modo de dar con una sola hoja; la única existente yacía en el féretro de la difunta, pero nadie lo sabía.
El Rey en persona, desesperado, se encaminó a aquel lugar del bosque.
-Aquí estuvo el árbol -dijo-. ¡Sea éste un lugar sagrado!
Y lo rodearon con una verja de oro y pusieron un centinela. El profesor de Botánica escribió un tratado sobre la planta celeste, en premio del cual lo cubrieron de oro, con gran satisfacción suya; aquel baño de oro le vino bien a él y a su familia, y fue lo más agradable de toda la historia, ya que la planta había desaparecido, y el Rey siguió preso de su melancolía y aflicción.
-Pero ya las sufría antes -dijo el centinela.

viernes, 11 de mayo de 2012

libros que os recomiendo


LA TESIS DE NANCY libro que leí hace mucho tiempo y me pareció super divertido. Es una crítica mirada a la España de su tiempo, que Ramón J. Sender hace desde los ojos de una sorprendida estudiante norteamericana. Refleja a la vez la tradición y la modernidad de un país que se abría tímidamente al mundo desarrollado pero que guardaba todavía, en algunos momentos como un tesoro, pero en otros como un lastre, el profundo poso de siglos de costumbrismo difícil de asumir, interpretar y comprender, no sólo para el viajero entusiasta como Nancy, sino para muchos españoles a los que avatares de su vida y de su nación habían llevado, como a Sender, a un exilio forzado o voluntario.



CAPERUCITA EN MANHATTAN: También un libro que leí hace tiempo, muy interesante y entretenido, una lectura nada "farragosa" para todos los públicos.
Caperucita en Manhattan, de Carmen Martín Gaite, representa muchas cosas a un tiempo. Es un libro en el que la autora funde géneros y se libera por completo del realismo, habiendo sido una de sus máximas cultivadoras. Es uno de los primeros libros de Las tres edades, colección que, con sus textos casi siempre fronterizos, marca (a mi entender) un antes y un después en el panorama de la literatura española contemporánea. Es una buena novela con críticas positivas y éxito comercial. Y habla del anhelo de libertad de una niña, insatisfecha con la vida de su madre, que se atreve, pasa miedo y finalmente consigue más aún de lo que siguiera soñaba. Si se le añade que se reeditó como primer volumen de la «Colección escolar de literatura», quizá se puede poner punto a la nota aquí afirmando que es un «léeme» de los imprescindibles.



TRENES EN LA NIEBLA:  Un libro que su aparaiencia exterior ya me atrajo, además de que su historia estaba desarrollada en la sierra donde vivo, la Sierra de Guadarrama.
Un relato en el que caminan de la mano lo real y lo fantástico. Trenes en la niebla narra la misteriosa desaparición de un joven en la sierra madrileña. Dieciséis años después, Daniel Arias, hermano mayor del desaparecido, recibe un diario escrito por un joven en 1945, un cuaderno hallado por casualidad en una vieja estación de ferrocarril abandonada. El diario encierra un enigma que es tan sólo el primer eslabón de una cadena de misterios, que atrapará a Daniel y le llevará hasta un descubrimiento que hará desmoronarse toda la lógica que apuntala su existencia, le trasladará hasta un pasado colectivo cruel y vergonzoso y que transformará su vida. Las revelaciones de ese pasado común en el que los españoles derrotados en la Guerra Civil sufrieron terribles represalias, condensadas en un diario que es un clamor y, al tiempo, un misterio que enlaza dos épocas, conforman una historia cuya crudeza mitiga la prosa delicada y vitalista de Manuel Rico.



MI QUERIDA DON JUAN: Un libro que me mandaron leer en el instituto, no lo leí, y en verano decidi leerme y me gustó bastante. Lo recomiendo.
Mi querida Don Juan parte de una idea sencilla y poderosa a la vez. Tito Muntañola, conocido publicitario, ha comenzado una novela movido por el despecho y la venganza hacia las mujeres. Todo se complica cuando una joven impostora, que adopta el papel de Don Juan, cae en la tentación de inmiscuirse en su elaboración.
Con Mi querida Don Juan, David Torrejón sigue empeñado en demostrar que es posible conjugar el disfrute de los lectores con la buena literatura. Eso que ya había conseguido en un tono más introspectivo con Más lo siento yo, lo repite ahora en esta divertida y caleidoscópica novela que agarra al lector desde la primera página.
Y es que hace falta atrevimiento para mezclar, en la misma obra, novela negra, rosa, de ideas, vodevil, erotismo y humor a raudales. Y no sólo atrevimiento, sino mucho talento, para lograr que todo eso funcione y produzca como resultado un auténtico goce literario.


EL LEJANO PAÍS DE LOS ESTANQUES: Lorenzo Silva visitó nuestro colegio con motivo de la exposición de un libro, me pareció una persona encantadora y decidí comprar el libro que nos recomendó. Quedé bastante satisfecha con la compra.

La muerte de una misteriosa extranjera en una tranquila urbanización de Mallorca es el primer caso de una pareja de investigadores que está dando mucho que hablar
 
  En mitad de un tórrido agosto mesetario, el sargento Bevilacqua, que pese a la sonoridad exótica de su nombre lo es de la Guardia Civil, recibe la orden de investigar la muerte de una extranjera cuyo cadáver ha aparecido en una urbanización mallorquina. Su compañera será la inexperta agente Chamorro, y con ella deberá sumergirse de incógnito en un ambiente de clubes nocturnos, playas nudistas, trapicheos dudosos y promiscuidades diversas. Poco a poco, el sargento y su ayudante desvelarán los misterios que rodean el asesinato de la irresistible y remota Eva, descubriendo el oscuro mundo que se oculta bajo la dulce disidia del paisaje estival. A partir de una sabia mezcla de ingredientes policíacos, relaciones humanas y pinceladas de humor bien dosificadas, Lorenzo Silva construye una novela refrescante y llena de hallazgos.









POESÍA PARA NIÑOS

Hoy buscando páginas web con poesías para niños he encontrado una muy completa, http://www.doslourdes.net/poes%C3%ADas_para_ni%C3%B1os.htm
Aqui encontramos una no muy amplia información de poemas (que a veces es mejor) pero seleccionada con muy buen gusto.
Encontramos poemas de Federico García Lorca, de Moratín, de Rafael Alberti, de Miguel de Cervantes y muchos mas con poemas muy divertidos y bonitos para los niños.

Os pongo algunos de los que me han gustado:

Yo voy soñando caminos


Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero
a lo largo del sendero...
-La tarde cayendo está-.
"En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logré arrancármela un día;
ya no siento el corazón."
Antonio Machado


Canción del pirata

Con diez cañones por banda,
viento en popa a toda vela,
no corre el mar sino vuela
un velero bergantín
Bajel pirata que llaman
por su bravura "El Temido",
en todo mar conocido
del uno al otro confín.
La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y ve el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente, Estambul.
José de Espronceda

¿Qué es poesía?

¿Qué es poesía?,dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es poesía? ¿Y tu me lo preguntas?
Poesía... eres tú.
Gustavo Adolfo Bécquer

El platero

A la Virgen, un collar
y al niño Dios, un anillo,
Platerillo no te los podré pagar,
¡Si yo no quiero dinero!
¿Y entonces qué? di.
Besar al niño es lo que yo quiero.
Besa, sí

Rafael Alberti

miércoles, 9 de mayo de 2012

Literatura infantil y juvenil los autores más importantes

Literatura infantil y juvenil los autores más importantes, la literatura infantil y juvenil es un segmento importante del quehacer literario, es en la edad de la infancia y la juventud cuando se plantan las raíces del árbol frondoso que puede llegar a ser el gusto por la literatura, y es que la literatura infantil aunque un tanto olvidada al compararla con otros géneros de gran difusión como la novela histórica y la ciencia ficción, ha tenido grandes momentos y grandes autores cuyas obras han sido y siguen siendo fuente de alegría para muchas generaciones.
  • Louisa May Alcott aunque escribió varios libros, la autora estadounidense es más recordada por “Mujercitas” con tantas ediciones como versiones cinematográficas y televisivas, que ha sido siempre un clásico de la literatura.
  • Hans Christian Andersen quizá el autor que más aportó a la literatura infantil, “Patito feo” es uno de los más emblemáticos, pero realmente de Andersen todo mundo conoce toda su producción ligada al mundo infantil.
  • Lewis Carroll será recordado por siempre, y le conocerán todas las generaciones porque “Alicia en el país de las maravillas” es un clásico obligado para todo mundo, una adorable historia que se ha versionado tanto que es imposible calcular.
  • CS Lewis quizá algunos no lo reconocieran tanto pero es un respetado autor que nos legó “El león, la bruja y el armario” un éxito de librería y de cine.
  • Antoine de Saint Exupery fue un héroe y un hombre encantador, al mismo tiempo que un fabuloso literato que nos dejo “El principito” un libro infantil que tiene un mensaje para todos, es una obra maravillosa que disfrutan los adultos también.
  • Whilhem y Jakob Grimm trasladaron al gusto de todos los viejos cuentos medievales de Europa y convirtieron a las hadas en las favoritas de todos,
  • Dr Seuss creó “El gato en el sombrero” una historia infantil con sentido pedágogico porque utiliza más de 200 palabras que los pequeños necesitan aprender y que al leer el libro enriquece el vocabulario
  • Laura Ingalls Wilder escribió lo que luego sería un éxito “La casita de la pradera” un relato sobre una chica que crece en una colonia de los primeros pioneros.


Cuentos en verso para niños perversos.

CUENTOS EN VERSO PARA NIÑOS PERVERSOS
Título original: Revolting Rhymes ©1982
Ediciones Altea. Madrid 1987
Traducción de Miguel Azaola
Ilustraciones de Quentin Blake
sin paginar
I.S.B.N. 84-372-6603-3
Depósito Legal: M-42.466-1987






Perverso Dahl y tremendamente divertido. El "juego" consiste en tomar los cuentos clásicos: Caperucita, Cenicienta, los tres cerditos...etc y hacerles una adaptación acorde con los tiempos, cambiando el final y destruyendo los mitos infantiles tales como el malvado lobo o la cándida Blancanieves, para convertir al primero en víctima y a la segunda en una avispada ludópata y con unos enanitos que solo les queda del cuento original su número.
        Todas las adaptaciones de estos famosos cuentos están en verso y, si bien la rima se desvirtúa al ser traducidos, hay que  rendir homenaje y sacarse el sombrero ante la genial traducción de Miguel Azaola que ha sabido conservar en todo momento el espíritu lúdico del texto de Dahl, sabiendo adaptar la rima original a las necesidades del idioma español con una gran maestría que supongo llena de dificultades.
        Altamente recomendable, este libro contiene adaptaciones de "La Cenicienta", "Juan y la habichuela mágica", "Blancanieves y los siete enanos", "Rizos de oro y los tres osos", "Caperucita roja y el lobo"  y "Los tres cerditos".


Pese a la aparente beatificación de los cuentos populares por parte de la factoria Disney, no hace falta recordar la crueldad con la que se desarrolla cualquier cuento adaptado por Charles Perrault. Desde La Cenicienta hasta La Bella Durmiente, pasando por Barba Azul, Caperucita Roja o El Gato con Botas. En todos ellos, el protagonista es víctima de múltiples humillaciones y solo saldrá airoso si utiliza la astucia o el pillaje. No hay que olvidar que la mayoría de cuentos que hoy se le atribuyen al escritor francés no son más (ni menos) que adaptaciones en papel de los cuentos de tradición oral. Aunque una cosa está clara: los malos son muy malos y los buenos sufren demasiado.
Estos relatos orales que formaban parte del imaginario popular de la época, y que pasaron de generación en generación, eran mucho más violentos que su versión oficial en papel. Perrault se esforzó por dulcificar el carácter sórdido y picaresco de las historias. Sin embargo, en la base siguen siendo lo que son. Es en este punto cuando llegamos a la particular y moderna versión ofrecida por Roald Dahl en su libro Cuentos en verso para niños perversos. Lo que hace el autor no es sino ser consecuente con esta tradición oral, volviendo a la perversidad originaria y a un cierto carácter trovadoresco, que consigue gracias a unos versos llenos de ritmo y musicalidad.
Los cuentos suelen funcionar como una especie de parábola que debe enseñarnos una lección. Roald Dahl realiza un parodia de los postulados morales y anula el estatuto victimista de princesas y niñas desvalidas. El episodio de Caperucita Roja es de lo más ilustrativo: la niña acaba matando al lobo con un tiro en la cabeza y haciéndose un abrigo con su piel, sin que ningún cazador valiente venga en su ayuda. Cenicienta reniega de un príncipe posesivo que corta las cabezas de sus hermanas y pide al hada un compañero honrado… casándose así con un productor de mermerlada. Blancanieves, por su parte, se convierte en el ama de llaves del edificio donde viven unos enanitos adictos a las apuestas de caballos. Con tal de mejorar sus finanzas, roba el espejo mágico de su madrastra para que les prediga el caballo ganador. Sin principe y forrados de dinero, vivieron felices y comieron perdices.
Roald Dahl en 1954
Roald Dahl en 1954
Los géneros clásicos de los cuentos populares son revisitados por Roald Dahl para dotarlos de un realismo crudo acorde con los tiempos actuales. La violencia de género, el capitalismo y el consumo, el homicidio… son algunos de los temas que recorren el texto. La sátira nos muestra que, ni aquellos que tradicionalmente eran buenos lo son tanto (en reaidad, son peor), ni los malos son tan malos. Así, Caperucita roja es una psicópata francotiradora, Cenicienta pasa de los hombres, Blancanieves se hace rica en las apuestas y la madre de Juan el de la habichuela mágica es de todo menos maternal.


versiones divertidas de cuento de caperucita roja.

 Caperucita Roja de James Finn Garner




Érase una vez una persona de corta edad llamada Caperucita roja que vivía con su madre en la linde de un bosque. Un día, su madre le pidió que llevase una cesta con fruta fresca y agua mineral a casa de su abuela, pero no porque lo considerara una labor propia de mujeres, atención, sino porque ello representaba un acto generoso que contribuía a afianzar la sensación de comunidad. Además, su abuela no [1] estaba enferma; antes bien, gozaba de completa salud física y mental y era perfectamente capaz de cuidar de sí misma como persona adulta y madura que era.
Así, Caperucita roja cogió su cesta y emprendió el camino a través del bosque. Muchas personas creían que el bosque era un lugar siniestro y peligroso, por loque jamás sw aventuraban en él. Caperucita roja, por el contrario, poseía la suficiente confianza en su incipiente sexualidad como para evitar verse intimidada por una imaginería tan obviamente freudiana.

Érase una vez una persona de corta edad llamada Caperucita roja que vivía con su madre en la linde de un bosque. Un día, su madre le pidió que llevase una cesta con fruta fresca y agua mineral a casa de su abuela, pero no porque lo considerara una labor propia de mujeres, atención, sino porque ello representaba un acto generoso que contribuía a afianzar la sensación de comunidad. Además, su abuela no [1] estaba enferma; antes bien, gozaba de completa salud física y mental y era perfectamente capaz de cuidar de sí misma como persona adulta y madura que era.
Así, Caperucita roja cogió su cesta y emprendió el camino a través del bosque. Muchas personas creían que el bosque era un lugar siniestro y peligroso, por loque jamás sw aventuraban en él. Caperucita roja, por el contrario, poseía la suficiente confianza en su incipiente sexualidad como para evitar verse intimidada por una imaginería tan obviamente freudiana.

De camino a casa de su abuela, Caperucita Roja se vio abordada por un lobo que le preguntó qué llevaba en la cesta.
-Un saludable tentempié para mi abuela quien, sin duda alguna, es perfectamente capaz de cuidar de sí misma como persona adulta y madura que es –respondió.
-No sé si sabes, querida –dijo el lobo-, que es peligroso para una niña pequeña recorrer sola estos bosques.
Respondió Caperucita:
-Encuentro esa observación sexista y en extremo insultante, pero haré caso omiso de ella debido a tu tradicional condición de proscrito social y a la perspectiva existencial –en tu caso propia y globalmente válida- que la angustia que tal condición te produce te ha llevado a desarrollar. Y ahora, si me perdonas, debo continuar mi camino.
Caperucita Roja enfiló nuevamente el sendero. Pero el lobo, liberado por su condición de segregado social de esa esclava dependencia del pensamiento lineal tan propia de Occidente, conocía una ruta más rápida para llegar a casa de la abuela. Tras irrumpir bruscamente en ella, devoró a la anciana, adoptando con ello una línea de conducta completamente válida para cualquier carnívoro. A continuación, inmune a las rígidas nociones tradicionales de lo masculino y lo femenino, se puso el camisón de la abuela y se acurrucó en el lecho.
Caperucita roja entró en la cabaña y dijo:
-Abuela, te he traído algunas chucherías bajas en calorías y en sodio en reconocimiento a tu papel de sabia y generosa matriarca.
-Acércate más criatura, para que pueda verte –dijo suavemente el lobo desde el lecho.
-¡Oh! –repuso Caperucita-. Había olvidado que visualmente eres tan limitada como un topo. Pero, abuela, ¡qué ojos tan grandes tienes!
-Han visto mucho y han perdonado mucho, querida.
-Y, abuela, ¡qué nariz tan grande tienes!… relativamente hablando, claro está, y a su modo indudablemente atractiva.
-Ha olido y ha perdonado mucho, querida.
-Y…¡abuela! Qué dientes tan grandes tienes!
Respondió el lobo:
Soy feliz de ser quien soy y lo que soy –y, saltando de la cama aferró a Caperucita Roja con sus garras, dispuesto a devorarla.
Caperucita gritó; no como resultado de la aparente tendencia del lobo hacia el travestismo, sino por la deliberada invasión que había realizado de su espaciopersonal.
Sus gritos llegaron a oídos de un operario de la industria maderera (o técnico en combustibles vegetales, como él mismo prefería considerarse) que pasaba por allí. Al entrar en la cabaña, advirtió el revuelo y trató de intervenir. Pero apenas había alzado su hacha cuando tanto el lobo como Caperucita roja se detuvieron simultáneamente.
-¿Puede saberse con exactitud qué cree usted que está haciendo? –inquirió Caperucita.
El operario maderero parpadeó e intentó responder, pero las palabras no acudían a sus labios.
-¡Se cree acaso que puede irrumpir aquí como un Neandertalense cualquiera y delegar su capacidad de reflexión en el arma que lleva consigo! –prosiguió Caperucita-. ¡Sexista! ¡Racista! ¿Cómo se atreve a dar por hecho que las mujeres y los lobos no son capaces de resolver sus propias diferencias sin la ayuda de un hombre?
Al oír el apasionado discurso de Caperucita, la abuela saltó de la panza del lobo, arrebató el hacha al operario maderero y le cortó la cabeza. Concluida la odisea, Caperucita, la abuela y el lobo creyeron experimentar cierta afinidad en sus objetivos, decidieron instaurar una forma alternativa de comunidad basada en la cooperación y el respeto mutuos y, juntos, vivieron felices en los bosques para siempre.

James Finn Ganner , Cuentos infantiles políticamente correctos.

Caperucita Roja de James Finn Garner  
 
Érase una vez una persona de corta edad llamada Caperucita roja que vivía con su madre en la linde de un bosque. Un día, su madre le pidió que llevase una cesta con fruta fresca y agua mineral a casa de su abuela, pero no porque lo considerara una labor propia de mujeres, atención, sino porque ello representaba un acto generoso que contribuía a afianzar la sensación de comunidad. Además, su abuela no [1] estaba enferma; antes bien, gozaba de completa salud física y mental y era perfectamente capaz de cuidar de sí misma como persona adulta y madura que era.
Así, Caperucita roja cogió su cesta y emprendió el camino a través del bosque. Muchas personas creían que el bosque era un lugar siniestro y peligroso, por loque jamás sw aventuraban en él. Caperucita roja, por el contrario, poseía la suficiente confianza en su incipiente sexualidad como para evitar verse intimidada por una imaginería tan obviamente freudiana.
De camino a casa de su abuela, Caperucita Roja se vio abordada por un lobo que le preguntó qué llevaba en la cesta.
-Un saludable tentempié para mi abuela quien, sin duda alguna, es perfectamente capaz de cuidar de sí misma como persona adulta y madura que es –respondió.
-No sé si sabes, querida –dijo el lobo-, que es peligroso para una niña pequeña recorrer sola estos bosques.
Respondió Caperucita:
-Encuentro esa observación sexista y en extremo insultante, pero haré caso omiso de ella debido a tu tradicional condición de proscrito social y a la perspectiva existencial –en tu caso propia y globalmente válida- que la angustia que tal condición te produce te ha llevado a desarrollar. Y ahora, si me perdonas, debo continuar mi camino.
Caperucita Roja enfiló nuevamente el sendero. Pero el lobo, liberado por su condición de segregado social de esa esclava dependencia del pensamiento lineal tan propia de Occidente, conocía una ruta más rápida para llegar a casa de la abuela. Tras irrumpir bruscamente en ella, devoró a la anciana, adoptando con ello una línea de conducta completamente válida para cualquier carnívoro. A continuación, inmune a las rígidas nociones tradicionales de lo masculino y lo femenino, se puso el camisón de la abuela y se acurrucó en el lecho.
Caperucita roja entró en la cabaña y dijo:
-Abuela, te he traído algunas chucherías bajas en calorías y en sodio en reconocimiento a tu papel de sabia y generosa matriarca.
-Acércate más criatura, para que pueda verte –dijo suavemente el lobo desde el lecho.
-¡Oh! –repuso Caperucita-. Había olvidado que visualmente eres tan limitada como un topo. Pero, abuela, ¡qué ojos tan grandes tienes!
-Han visto mucho y han perdonado mucho, querida.
-Y, abuela, ¡qué nariz tan grande tienes!… relativamente hablando, claro está, y a su modo indudablemente atractiva.
-Ha olido y ha perdonado mucho, querida.
-Y…¡abuela! Qué dientes tan grandes tienes!
Respondió el lobo:
Soy feliz de ser quien soy y lo que soy –y, saltando de la cama aferró a Caperucita Roja con sus garras, dispuesto a devorarla.
Caperucita gritó; no como resultado de la aparente tendencia del lobo hacia el travestismo, sino por la deliberada invasión que había realizado de su espaciopersonal.
Sus gritos llegaron a oídos de un operario de la industria maderera (o técnico en combustibles vegetales, como él mismo prefería considerarse) que pasaba por allí. Al entrar en la cabaña, advirtió el revuelo y trató de intervenir. Pero apenas había alzado su hacha cuando tanto el lobo como Caperucita roja se detuvieron simultáneamente.
-¿Puede saberse con exactitud qué cree usted que está haciendo? –inquirió Caperucita.
El operario maderero parpadeó e intentó responder, pero las palabras no acudían a sus labios.
-¡Se cree acaso que puede irrumpir aquí como un Neandertalense cualquiera y delegar su capacidad de reflexión en el arma que lleva consigo! –prosiguió Caperucita-. ¡Sexista! ¡Racista! ¿Cómo se atreve a dar por hecho que las mujeres y los lobos no son capaces de resolver sus propias diferencias sin la ayuda de un hombre?
Al oír el apasionado discurso de Caperucita, la abuela saltó de la panza del lobo, arrebató el hacha al operario maderero y le cortó la cabeza. Concluida la odisea, Caperucita, la abuela y el lobo creyeron experimentar cierta afinidad en sus objetivos, decidieron instaurar una forma alternativa de comunidad basada en la cooperación y el respeto mutuos y, juntos, vivieron felices en los bosques para siempre.
[1] La cursiva es del autor
James Finn Ganner , Cuentos infantiles políticamente correctos.

 
Caperucita Roja de Gianni Rodari
 
 
 

Pablito clavó un clavito. ¿Qué clavito clavó Pablito?
 
Como poco coco como, poco coco compro.
xxxx xxxx
Erre con erre, guitarra;
erre con erre, carril:
rápido ruedan los carros,
rápido el ferrocarril.
 
Mariana Magaña
desenmarañará mañana
la maraña que enmarañara
Mariana Mañara
xxxx xxxx
La gallina cenicienta en el cenicero está,
el que la desencenice buen desencenizador será
 
El perro en el barro, rabiando rabea: su rabo se embarra
cuando el barro barre,y el barro a arrobas le arrebosa el rabo.
xxxx xxxx
Tres grandes tigres tragones tragan trigo y se atragantan.
 
Me trajo Tajo tres trajes, tres trajes me trajo Tajo.
xxxx xxxx
El hipopótamo Hipo
está con hipo.
¿Quién le quita el hipo
al hipopótamo Hipo?
 
Había una caracatrepa
con tres caracatrepitos.
Cuando la caracatrepa trepa,
trepan los tres caracatrepitos.
xxxx xxxx
Pepe Pecas pica papas con un pico.
Con un pico pica papas Pepe Pecas.
 
Teresa trajo tizas hechas trizas.
Papá, pon para Pepín pan
xxxx xxxx
Como poco coco como, poco coco compro.
 
El trapero tapa con trapos la tripa del potro.
xxxx xxxx
Pedro Pérez Pita pintor perpetuo
pinta paisajes por poco precio
para poder partir
pronto para Paris
 
Había una caracatrepa
con tres caracatrepitos.
Cuando la caracatrepa trepa,
trepan los tres caracatrepitos.
xxxx xxxx
El perro de San Roque no tiene rabo
porque Ramón Ramírez se lo ha robado.
Y al perro de Ramón Ramírez ¿quién el rabo le ha robado?
 
El que compra pocas capas
pocas capas paga
como yo compré pocas capas pocas capas pago.
xxxx xxxx
María Chuchena su choza techaba,
y un techador que por allá pasaba,
le dijo:
-Chuchena,
¿tú techas tu choza, o techas la ajena?
 
Pepe Peña pela papa,
pica piña, pita un pito,
pica piña,
pela papa,
Pepe Peña

  Érase una vez una niña que se llamaba Caperucita Amarilla.
- ¡No Roja!
- ¡AH!, sí, Caperucita Roja. Su mamá la llamó y le dijo: "Escucha Caperucita Verde..."
- ¡Que no, Roja!
- ¡AH!, sí, Roja. "Ve a casa de tía Diomira a llevarle esta piel de patata."
- No: "Ve a casa de la abuelita a llevarle este pastel".
- Bien. La niña se fue al bosque y se encontró a una jirafa.
- ¡Qué lío! Se encontró al lobo, no a una jirafa.
- Y el lobo le preguntó: "Cuántas son seis por ocho?"
- ¡Qué va! El lobo le preguntó: "¿Adónde vas?".
- Tienes razón. Y Caperucita Negra respondió...
- ¡Era Caperucita Roja, Roja, Roja!
- Sí y respondió: "Voy al mercado a comprar salsa de tomate".
- ¡Qué va!: "Voy a casa de la abuelita, que está enferma, pero no recuerdo el camino".
- Exacto. Y el caballo dijo...
- ¿Qué caballo? Era un lobo
- Seguro. Y dijo: "Toma el tranvía número setenta y cinco, baja en la plaza de la Catedral, tuerce a la derecha, y encontrarás tres peldaños y una moneda en el suelo; deja los tres peldaños, recoge la moneda y cómprate un chicle".
- Tú no sabes explicar cuentos en absoluto, abuelo. Los enredas todos. Pero no importa, ¿me compras un chicle?
- Bueno: toma la moneda.
Y el abuelo siguió leyendo el periódico.
Gianni Rodari, Cuentos por teléfono.
 




Gianni Rodari, Cuentos por teléfono


Caperucita Roja de Roal Dalh
 
Estando una mañana haciendo el bobo

le entró un hambre espantosa al Señor Lobo,

así que, para echarse algo a la muela,

se fue corriendo a casa de la Abuela.

"¿Puedo pasar, Señora?", preguntó.
la pobre anciana, al verlo, se asustó
pensando: "¡Este me come de un bocado!"
Y, claro, no se había equivocado:
se convirtió la Abuela en alimento
en menos tiempo del que aquí te cuento.
Lo malo es que era flaca y tan huesuda
que al Lobo no le fue de gran ayuda:
"Sigo teniendo un hambre aterradora...
¡Tendré que merendarme otra señora!"
Y, al no encontrar ninguna en la nevera,
gruñó con impaciencia aquella fiera:
"¡Esperaré sentado hasta que vuelva
Caperucita Roja de la Selva!"
que aquí llamaba al Bosque la alimaña
creyéndose en Brasil y no en España.
Y porque no se viera su fiereza.
se disfrazó de abuela con presteza,
se dio laca en las uñas y en el pelo,
se puso la gran falda gris de vuelo,
zapatos, sombrerito, una chaqueta
y se sentó en espera de la nieta.
Llegó por fin Caperu a mediodía
y dijo: "¿Cómo estás, abuela mía?
Por cierto, ¡me impresionan tus orejas!".
"Para mejor oírte, que las viejas
somos un poco sordas". "¡Abuelita,
qué ojos tan grandes tienes!. "Claro, hijita,
son las lentillas nuevas que me ha puesto
para que pueda verte Don Ernesto
el oculista", dijo el animal
mirándola con gesto angelical
mientras se le ocurría que la chica
iba a saberle mil veces más rica
que el rancho precedente. De repente,
Caperucita dijo: ¡Qué imponente
abrigo de piel llevas este invierno!".
el Lobo, estupefacto, dijo: "¡Un cuerno!
O no sabes el cuento o tú me mientes:
¡Ahora te toca hablarme de mis dientes!
¿Me estás tomando el pelo...? Oye, mocosa,
te comeré ahora mismo y a otra cosa".
Pero ella se sentó en un canapé
y se sacó un revolver del corsé,
con calma apuntó bien a la cabeza
y -¡pam!- allí cayó la buena pieza.
Al poco tiempo vi a Caperucita
cruzando por el Bosque... ¡Pobrecita!
¿Sabéis lo que llevaba la infeliz?
Pues nada menos que un sobrepelliz
que a mí me pareció de piel de un lobo
que estuvo una mañana haciendo el bobo.


Roal Dahl , Cuentos en verso para niños perversos.
Caperucita Roja de Roal Dalh
 
Estando una mañana haciendo el bobo

le entró un hambre espantosa al Señor Lobo,

así que, para echarse algo a la muela,

se fue corriendo a casa de la Abuela.

"¿Puedo pasar, Señora?", preguntó.
la pobre anciana, al verlo, se asustó
pensando: "¡Este me come de un bocado!"
Y, claro, no se había equivocado:
se convirtió la Abuela en alimento
en menos tiempo del que aquí te cuento.
Lo malo es que era flaca y tan huesuda
que al Lobo no le fue de gran ayuda:
"Sigo teniendo un hambre aterradora...
¡Tendré que merendarme otra señora!"
Y, al no encontrar ninguna en la nevera,
gruñó con impaciencia aquella fiera:
"¡Esperaré sentado hasta que vuelva
Caperucita Roja de la Selva!"
que aquí llamaba al Bosque la alimaña
creyéndose en Brasil y no en España.
Y porque no se viera su fiereza.
se disfrazó de abuela con presteza,
se dio laca en las uñas y en el pelo,
se puso la gran falda gris de vuelo,
zapatos, sombrerito, una chaqueta
y se sentó en espera de la nieta.
Llegó por fin Caperu a mediodía
y dijo: "¿Cómo estás, abuela mía?
Por cierto, ¡me impresionan tus orejas!".
"Para mejor oírte, que las viejas
somos un poco sordas". "¡Abuelita,
qué ojos tan grandes tienes!. "Claro, hijita,
son las lentillas nuevas que me ha puesto
para que pueda verte Don Ernesto
el oculista", dijo el animal
mirándola con gesto angelical
mientras se le ocurría que la chica
iba a saberle mil veces más rica
que el rancho precedente. De repente,
Caperucita dijo: ¡Qué imponente
abrigo de piel llevas este invierno!".
el Lobo, estupefacto, dijo: "¡Un cuerno!
O no sabes el cuento o tú me mientes:
¡Ahora te toca hablarme de mis dientes!
¿Me estás tomando el pelo...? Oye, mocosa,
te comeré ahora mismo y a otra cosa".
Pero ella se sentó en un canapé
y se sacó un revolver del corsé,
con calma apuntó bien a la cabeza
y -¡pam!- allí cayó la buena pieza.
Al poco tiempo vi a Caperucita
cruzando por el Bosque... ¡Pobrecita!
¿Sabéis lo que llevaba la infeliz?
Pues nada menos que un sobrepelliz
que a mí me pareció de piel de un lobo
que estuvo una mañana haciendo el bobo.
Roal Dahl , Cuentos en verso para niños perversos.
Caperucita Roja de Roal Dalh
 
Estando una mañana haciendo el bobo

le entró un hambre espantosa al Señor Lobo,

así que, para echarse algo a la muela,

se fue corriendo a casa de la Abuela.

"¿Puedo pasar, Señora?", preguntó.
la pobre anciana, al verlo, se asustó
pensando: "¡Este me come de un bocado!"
Y, claro, no se había equivocado:
se convirtió la Abuela en alimento
en menos tiempo del que aquí te cuento.
Lo malo es que era flaca y tan huesuda
que al Lobo no le fue de gran ayuda:
"Sigo teniendo un hambre aterradora...
¡Tendré que merendarme otra señora!"
Y, al no encontrar ninguna en la nevera,
gruñó con impaciencia aquella fiera:
"¡Esperaré sentado hasta que vuelva
Caperucita Roja de la Selva!"
que aquí llamaba al Bosque la alimaña
creyéndose en Brasil y no en España.
Y porque no se viera su fiereza.
se disfrazó de abuela con presteza,
se dio laca en las uñas y en el pelo,
se puso la gran falda gris de vuelo,
zapatos, sombrerito, una chaqueta
y se sentó en espera de la nieta.
Llegó por fin Caperu a mediodía
y dijo: "¿Cómo estás, abuela mía?
Por cierto, ¡me impresionan tus orejas!".
"Para mejor oírte, que las viejas
somos un poco sordas". "¡Abuelita,
qué ojos tan grandes tienes!. "Claro, hijita,
son las lentillas nuevas que me ha puesto
para que pueda verte Don Ernesto
el oculista", dijo el animal
mirándola con gesto angelical
mientras se le ocurría que la chica
iba a saberle mil veces más rica
que el rancho precedente. De repente,
Caperucita dijo: ¡Qué imponente
abrigo de piel llevas este invierno!".
el Lobo, estupefacto, dijo: "¡Un cuerno!
O no sabes el cuento o tú me mientes:
¡Ahora te toca hablarme de mis dientes!
¿Me estás tomando el pelo...? Oye, mocosa,
te comeré ahora mismo y a otra cosa".
Pero ella se sentó en un canapé
y se sacó un revolver del corsé,
con calma apuntó bien a la cabeza
y -¡pam!- allí cayó la buena pieza.
Al poco tiempo vi a Caperucita
cruzando por el Bosque... ¡Pobrecita!
¿Sabéis lo que llevaba la infeliz?
Pues nada menos que un sobrepelliz
que a mí me pareció de piel de un lobo
que estuvo una mañana haciendo el bobo.
Roal Dahl , Cuentos en verso para niños perversos.
Caperucita Roja de Roal Dalh
 
Estando una mañana haciendo el bobo

le entró un hambre espantosa al Señor Lobo,

así que, para echarse algo a la muela,

se fue corriendo a casa de la Abuela.

"¿Puedo pasar, Señora?", preguntó.
la pobre anciana, al verlo, se asustó
pensando: "¡Este me come de un bocado!"
Y, claro, no se había equivocado:
se convirtió la Abuela en alimento
en menos tiempo del que aquí te cuento.
Lo malo es que era flaca y tan huesuda
que al Lobo no le fue de gran ayuda:
"Sigo teniendo un hambre aterradora...
¡Tendré que merendarme otra señora!"
Y, al no encontrar ninguna en la nevera,
gruñó con impaciencia aquella fiera:
"¡Esperaré sentado hasta que vuelva
Caperucita Roja de la Selva!"
que aquí llamaba al Bosque la alimaña
creyéndose en Brasil y no en España.
Y porque no se viera su fiereza.
se disfrazó de abuela con presteza,
se dio laca en las uñas y en el pelo,
se puso la gran falda gris de vuelo,
zapatos, sombrerito, una chaqueta
y se sentó en espera de la nieta.
Llegó por fin Caperu a mediodía
y dijo: "¿Cómo estás, abuela mía?
Por cierto, ¡me impresionan tus orejas!".
"Para mejor oírte, que las viejas
somos un poco sordas". "¡Abuelita,
qué ojos tan grandes tienes!. "Claro, hijita,
son las lentillas nuevas que me ha puesto
para que pueda verte Don Ernesto
el oculista", dijo el animal
mirándola con gesto angelical
mientras se le ocurría que la chica
iba a saberle mil veces más rica
que el rancho precedente. De repente,
Caperucita dijo: ¡Qué imponente
abrigo de piel llevas este invierno!".
el Lobo, estupefacto, dijo: "¡Un cuerno!
O no sabes el cuento o tú me mientes:
¡Ahora te toca hablarme de mis dientes!
¿Me estás tomando el pelo...? Oye, mocosa,
te comeré ahora mismo y a otra cosa".
Pero ella se sentó en un canapé
y se sacó un revolver del corsé,
con calma apuntó bien a la cabeza
y -¡pam!- allí cayó la buena pieza.
Al poco tiempo vi a Caperucita
cruzando por el Bosque... ¡Pobrecita!
¿Sabéis lo que llevaba la infeliz?
Pues nada menos que un sobrepelliz
que a mí me pareció de piel de un lobo
que estuvo una mañana haciendo el bobo.
Roal Dahl , Cuentos en verso para niños perversos.

Caperucita Roja de Gianni Rodari
- Érase una vez una niña que se llamaba Caperucita Amarilla.
- ¡No Roja!
- ¡AH!, sí, Caperucita Roja. Su mamá la llamó y le dijo: "Escucha Caperucita Verde..."
- ¡Que no, Roja!
- ¡AH!, sí, Roja. "Ve a casa de tía Diomira a llevarle esta piel de patata."
- No: "Ve a casa de la abuelita a llevarle este pastel".
- Bien. La niña se fue al bosque y se encontró a una jirafa.
- ¡Qué lío! Se encontró al lobo, no a una jirafa.
- Y el lobo le preguntó: "Cuántas son seis por ocho?"
- ¡Qué va! El lobo le preguntó: "¿Adónde vas?".
- Tienes razón. Y Caperucita Negra respondió...
- ¡Era Caperucita Roja, Roja, Roja!
- Sí y respondió: "Voy al mercado a comprar salsa de tomate".
- ¡Qué va!: "Voy a casa de la abuelita, que está enferma, pero no recuerdo el camino".
- Exacto. Y el caballo dijo...
- ¿Qué caballo? Era un lobo
- Seguro. Y dijo: "Toma el tranvía número setenta y cinco, baja en la plaza de la Catedral, tuerce a la derecha, y encontrarás tres peldaños y una moneda en el suelo; deja los tres peldaños, recoge la moneda y cómprate un chicle".
- Tú no sabes explicar cuentos en absoluto, abuelo. Los enredas todos. Pero no importa, ¿me compras un chicle?
- Bueno: toma la moneda.
Y el abuelo siguió leyendo el periódico.
Gianni Rodari, Cuentos por teléfono.

Pablito clavó un clavito. ¿Qué clavito clavó Pablito?
 
Como poco coco como, poco coco compro.
xxxx xxxx
Erre con erre, guitarra;
erre con erre, carril:
rápido ruedan los carros,
rápido el ferrocarril.
 
Mariana Magaña
desenmarañará mañana
la maraña que enmarañara
Mariana Mañara
xxxx xxxx
La gallina cenicienta en el cenicero está,
el que la desencenice buen desencenizador será
 
El perro en el barro, rabiando rabea: su rabo se embarra
cuando el barro barre,y el barro a arrobas le arrebosa el rabo.
xxxx xxxx
Tres grandes tigres tragones tragan trigo y se atragantan.
 
Me trajo Tajo tres trajes, tres trajes me trajo Tajo.
xxxx xxxx
El hipopótamo Hipo
está con hipo.
¿Quién le quita el hipo
al hipopótamo Hipo?
 
Había una caracatrepa
con tres caracatrepitos.
Cuando la caracatrepa trepa,
trepan los tres caracatrepitos.
xxxx xxxx
Pepe Pecas pica papas con un pico.
Con un pico pica papas Pepe Pecas.
 
Teresa trajo tizas hechas trizas.
Papá, pon para Pepín pan
xxxx xxxx
Como poco coco como, poco coco compro.
 
El trapero tapa con trapos la tripa del potro.
xxxx xxxx
Pedro Pérez Pita pintor perpetuo
pinta paisajes por poco precio
para poder partir
pronto para Paris
 
Había una caracatrepa
con tres caracatrepitos.
Cuando la caracatrepa trepa,
trepan los tres caracatrepitos.
xxxx xxxx
El perro de San Roque no tiene rabo
porque Ramón Ramírez se lo ha robado.
Y al perro de Ramón Ramírez ¿quién el rabo le ha robado?
 
El que compra pocas capas
pocas capas paga
como yo compré pocas capas pocas capas pago.
xxxx xxxx
María Chuchena su choza techaba,
y un techador que por allá pasaba,
le dijo:
-Chuchena,
¿tú techas tu choza, o techas la ajena?
 
Pepe Peña pela papa,
pica piña, pita un pito,
pica piña,
pela papa,
Pepe Peña
Caperucita Roja de Gianni Rodari
- Érase una vez una niña que se llamaba Caperucita Amarilla.
- ¡No Roja!
- ¡AH!, sí, Caperucita Roja. Su mamá la llamó y le dijo: "Escucha Caperucita Verde..."
- ¡Que no, Roja!
- ¡AH!, sí, Roja. "Ve a casa de tía Diomira a llevarle esta piel de patata."
- No: "Ve a casa de la abuelita a llevarle este pastel".
- Bien. La niña se fue al bosque y se encontró a una jirafa.
- ¡Qué lío! Se encontró al lobo, no a una jirafa.
- Y el lobo le preguntó: "Cuántas son seis por ocho?"
- ¡Qué va! El lobo le preguntó: "¿Adónde vas?".
- Tienes razón. Y Caperucita Negra respondió...
- ¡Era Caperucita Roja, Roja, Roja!
- Sí y respondió: "Voy al mercado a comprar salsa de tomate".
- ¡Qué va!: "Voy a casa de la abuelita, que está enferma, pero no recuerdo el camino".
- Exacto. Y el caballo dijo...
- ¿Qué caballo? Era un lobo
- Seguro. Y dijo: "Toma el tranvía número setenta y cinco, baja en la plaza de la Catedral, tuerce a la derecha, y encontrarás tres peldaños y una moneda en el suelo; deja los tres peldaños, recoge la moneda y cómprate un chicle".
- Tú no sabes explicar cuentos en absoluto, abuelo. Los enredas todos. Pero no importa, ¿me compras un chicle?
- Bueno: toma la moneda.
Y el abuelo siguió leyendo el periódico.
Gianni Rodari, Cuentos por teléfono.
Caperucita Roja de Roal Dalh
 
Estando una mañana haciendo el bobo

le entró un hambre espantosa al Señor Lobo,

así que, para echarse algo a la muela,

se fue corriendo a casa de la Abuela.

"¿Puedo pasar, Señora?", preguntó.
la pobre anciana, al verlo, se asustó
pensando: "¡Este me come de un bocado!"
Y, claro, no se había equivocado:
se convirtió la Abuela en alimento
en menos tiempo del que aquí te cuento.
Lo malo es que era flaca y tan huesuda
que al Lobo no le fue de gran ayuda:
"Sigo teniendo un hambre aterradora...
¡Tendré que merendarme otra señora!"
Y, al no encontrar ninguna en la nevera,
gruñó con impaciencia aquella fiera:
"¡Esperaré sentado hasta que vuelva
Caperucita Roja de la Selva!"
que aquí llamaba al Bosque la alimaña
creyéndose en Brasil y no en España.
Y porque no se viera su fiereza.
se disfrazó de abuela con presteza,
se dio laca en las uñas y en el pelo,
se puso la gran falda gris de vuelo,
zapatos, sombrerito, una chaqueta
y se sentó en espera de la nieta.
Llegó por fin Caperu a mediodía
y dijo: "¿Cómo estás, abuela mía?
Por cierto, ¡me impresionan tus orejas!".
"Para mejor oírte, que las viejas
somos un poco sordas". "¡Abuelita,
qué ojos tan grandes tienes!. "Claro, hijita,
son las lentillas nuevas que me ha puesto
para que pueda verte Don Ernesto
el oculista", dijo el animal
mirándola con gesto angelical
mientras se le ocurría que la chica
iba a saberle mil veces más rica
que el rancho precedente. De repente,
Caperucita dijo: ¡Qué imponente
abrigo de piel llevas este invierno!".
el Lobo, estupefacto, dijo: "¡Un cuerno!
O no sabes el cuento o tú me mientes:
¡Ahora te toca hablarme de mis dientes!
¿Me estás tomando el pelo...? Oye, mocosa,
te comeré ahora mismo y a otra cosa".
Pero ella se sentó en un canapé
y se sacó un revolver del corsé,
con calma apuntó bien a la cabeza
y -¡pam!- allí cayó la buena pieza.
Al poco tiempo vi a Caperucita
cruzando por el Bosque... ¡Pobrecita!
¿Sabéis lo que llevaba la infeliz?
Pues nada menos que un sobrepelliz
que a mí me pareció de piel de un lobo
que estuvo una mañana haciendo el bobo.
Roal Dahl , Cuentos en verso para niños perversos.
 
Gianni Rodari, Cuentos por teléfono.
 
Gianni Rodari, Cuentos por teléfono.
 
Gianni Rodari, Cuentos por teléfono.
 

lunes, 7 de mayo de 2012



VIOLETA MONREAL



Violeta Monreal nació en Oviedo. Tras licenciarse en Bellas Artes inició su carrera como ilustradora. Viajó a Nueva York donde colaboró con la O.N.U. en la ilustración de varios proyectos y con empresas de diseño de tarots.
Desde entonces se publican constantemente libros con sus imágenes en las principales editoriales españolas, de los cuales, muchos de ellos han sido escritos por ella misma.

Algunos de sus libros han sido publicados también en Estados Unidos, Japón, Corea, Francia, Portugal, Italia, Grecia así como en varios países iberoamericanos.
Junto a su trabajo como ilustradora y autora de relatos, compagina la labor de conferenciante como especialista en dibujo infantil. Instituciones especializadas, corporaciones locales y colegios; así como distintas editoriales la han invitado en repetidas ocasiones a participar en diversos ciclos de conferencias y a coordinar talleres prácticos y teóricos de fomento de la creatividad del profesorado y alumnos en toda España.
Además, idea y realiza proyectos editoriales en su estudio en los que coordina textos e imágenes para crear colecciones de libros en colaboración con diversas editoriales.
Su estilo y técnica, especialmente los collages, son fácilmente reconocibles, y dotan a su trabajo de una genuina personalidad que se resiste a las comparaciones.
Violeta tiene manos de hada y corazón de niña. Por eso no es de extrañar la mágica empatía que logra tener con los chavales, quienes la escuchan hechizados por su singular mundo de fantasía. Duendes, brujas y dragones salen de su maleta y de sus manos en un increíble despliegue de imaginación y destreza. 

Finalista en el certamen de la CCEI de mejores ilustraciones 2001 con LOS NOVIOS DE LA RATITA PRESUMIDA.
Lista de honor en el certamen de la CCEI de mejores ilustraciones 2002 con MISIÓN EN LA TIERRA.
    
PREMIO XXVI SALÓN DEL LIBRO Por su labor en la PROMOCIÓN DEL LIBRO INFANTIL Y JUVENIL. Diciembre de 2002
LISTA DE HONOR en el certamen de la CCEI de mejores ilustraciones 2003 con ORO PARECE.
PREMIO CCEI de ilustración 2011 con 16 PINTORES MUY, MUY IMPORTANTES.

Me llamo Violeta, siempre me gustó ese nombre. Cuando estoy en el estudio, casi siempre estoy con la cabeza en otro sitio, un bosque otoñado, un desierto dorado o un misterioso castillo… A eso lo llaman “estar en la nubes” aunque, en realidad, estoy trabajando y mucho. Situarme en aquello en lo que quiero trabajar y crear una historia requiere un gran esfuerzo, pero gracias a ese esfuerzo, cuando tengo que atravesar un bosque, cruzar un desierto o abrir un castillo misterioso, ya sé lo que me voy a encontrar porque lo he visto en mi cabeza, y me apetece dibujarlo.